Astérix y Obélix también nos enseñaban economía
"En el año 50 antes de Cristo, toda la Galia estaba ocupada por los romanos. ¿Toda? No. Una aldea poblada por irreductibles galos resiste todavía y siempre al invasor". Así comenzaban todas y cada una de las historias de uno de los cómics más famosos y divertidos que posiblemente hayan existido y que han marcado toda una época para diferentes generaciones. Sí, estamos hablando de Astérix y Obélix. Un cómic que nos enseñaba cómo se vivía en la época de los romanos de una forma muy gráfica y divertida.
Sin embargo, muy poca gente sabe que Astérix y Obélix también nos enseñaban economía. En una de sus historias, Obélix y Compañía, se explica la ley de la oferta y la demanda y su importancia en el comercio a través de la cotización de los menhires que comercializaba Obélix, aunque en muchos momentos, la historia pueda llegar a ser demasiado exagerada.
Un comercio para mantener a los galos ocupados
En el cómic, los romanos, ante la imposibilidad de acabar de manera definitiva con la aldea de los galos y, en especial, de Obélix, deciden utilizar unas armas menos afiladas y más ingeniosas: el afán de lucro como fórmula para mantenerles ocupados y debilitarles.
Cuando el César aprueba la propuesta de uno de sus asesores, Cabo Coyuntural, éste se pone manos a la obra. En el bosque se encuentra con Obélix, que en ese momento cargaba con un menhir. Cabo Coyuntural propone comprárselo por doscientos sestercios, explicándole al mismo tiempo el concepto de dinero.
Cabo Coyuntural, a pesar de no encontrarle ninguna utilidad al menhir, insiste a Obélix para comprarle todos los menhires que pueda fabricar. Obélix, contrariado, accede a la oferta. En los días posteriores, Obélix realiza entregas de los menhires en el campamento de Pastelarum de forma periódica y Cabo Coyuntural le paga cada vez más por los mismos, algo que despista a Obélix y que Cabo Coyuntural trata de explicarle como una consecuencia de las fluctuaciones del mercado.
La demanda de menhires por parte de Cabo Coyuntural cada vez es mayor. Obélix tenía que dedicar mucho tiempo a su producción, dejando escaso tiempo para una de sus mayores aficiones, la caza de jabalíes. Dadas estas circunstancias, Obélix ofrece dinero a Analgésix para que realice esta labor por él. Casi sin quererlo, comenzaba la división del trabajo, la especialización y el comercio en la aldea. Cada uno de sus habitantes se dedicaba a lo que mejor sabía hacer y lo intercambiaba con el resto utilizando los sestercios, el dinero de esa época, como medio de pago.
¡Qué aumente la producción! Necesitamos más menhires
En un momento determinado, Cabo Coyuntural insta a Obélix a aumentar su producción para satisfacer la demanda bajo el riesgo de que las cotizaciones caigan. Obélix, ante la imposibilidad de aumentar la producción él solo, decide contratar a Analgésix para su cantera. Como alguien tiene que cazar jabalíes, deciden pagar a otros dos aldeanos para que lo hagan por ellos. Sin embargo, todavía no era suficiente para Cabo Coyuntural, que seguía aumentando el precio de los menhires de manera absurda, así que Obélix tiene que seguir contratando aldeanos para su exitosa cantera, a pesar de que la burbuja que estaban creando los romanos ya no tenía freno.
El éxito de Obélix animó a muchos aldeanos a seguir sus pasos, alentado por las palabras de un astuto Astérix que creyó que la competencia entre productores y distribuidores sería positiva para hacer bajar el precio de los menhires. La oferta aumentó de forma notable porque había más productores, e incluso mejoró la calidad de los menhires.
Ante la burbuja que se está fraguando en la cotización de los menhires, Cabo Coyuntural, que en esos momentos acumulaba una cantidad ingente de los mismos, propone al César que, en lugar de tenerlos infrautilizados, se vendan entre la población, aumentando su rentabilidad. Es aquí donde aparece la noción de marketing, ya que Cabo Coyuntural propone al César una serie de usos que se le podía dar a estos productos que acabarían creando necesidad entre la población.
Una estrategia que, al principio, da sus frutos pero que, ante su éxito, acaba introduciendo nueva competencia en el mercado, a pesar de la prohibición expresa del César. Ante la poca utilidad que se le podía sacar a los menhires, la demanda cayó en picado y la burbuja de menhires estalló, llevando a las finanzas del César a la ruina (recordemos que todos los menhires que había comprado previamente a Obélix habían sido pagados con dinero público).
Cabo Coyuntural dejó, entonces, de comprar los menhires, acabando con el lucroso negocio que había llenado de riqueza a la aldea gala. Las cosas volvieron a la normalidad, y cada habitante de la aldea volvió a sus menesteres pre-burbuja.
Una historia muy divertida que nos enseña economía de una manera acertada y precisa ya que el comportamiento descrito en el cómic es bastante fiel a la realidad y a lo que ha ocurrido en muchos períodos a lo largo de la historia.