¿Recompensas a tus hijos por sus notas? Pros y contras
Todos los padres quieren lo mejor para los estudios de sus hijos. Una práctica que emplean algunas personas es premiarlos en función de sus notas, pero ¿cuáles son sus ventajas e inconvenientes?
Las ventajas
Entre los beneficios podemos encontrar los siguientes
Es un incentivo al esfuerzo
El esfuerzo es uno de los factores que influyen en el rendimiento escolar. Se trata de que estudie, sea disciplinado y otorgue una cierta prioridad a los aspectos académicos. Los niños pueden sentir más atracción por otras distracciones, pero lo que se procura es que a cambio de esos sacrificios puedan disfrutar de la recompensa que se les promete.
Por ejemplo, un niño puede poner más esfuerzo en sus estudios para lograr la bicicleta, el videojuego o el calzado que le gusta.
Puede mejorar la motivación
Un niño que dedica muchas horas al estudio porque se siente obligado es probable que obtenga peores notas que si presta interés, aunque no se esforzase tanto. El hecho de que sienta los estudios como una parte del camino para lograr lo que le gusta puede mejorar su motivación.
Se puede, por ejemplo, asociar al fin de las clases y la llegada del verano con la recompensa. De ese modo, irá visualizando que cada día está más cerca de su objetivo.
La doble satisfacción de los padres en caso de éxito
Cuando los niños estudian, aprenden y, además, se les puede recompensar, la satisfacción es mayor. No solamente conseguimos apoyarlos en sus estudios, sino también en el logro de sus sueños. Verlos disfrutar con el premio es una recompensa como padres.
Las desventajas
A pesar de los beneficios, no debemos olvidar riesgos significativos como los siguientes:
Si no se consiguen resultados, puede ser desmotivador
El niño que se esfuerza todo lo que puede, que lucha por el premio soñado, pero que no saca buenas notas, puede sentirse superado. Por desgracia, no todo está en su mano, ya que influyen otros factores como su inteligencia, la estabilidad de su entorno o la forma en la que le enseñan, por poner algunos ejemplos. Además, la tristeza puede ser doble, por no tener premio y por no sacar buenas notas.
Decidir el premio es una labor compleja
La recompensa debe ser algo que ilusione al niño, pero también puede interesarnos a nosotros. Sin embargo, en estos casos, de antemano sabe que, si no consigue buenas notas, a nosotros nos resultará especialmente doloroso negarles el premio. Es posible que no resultemos creíbles al decir que la consecución de lo que ansían está ligada a las notas.
Este caso se puede premiar por ejemplo, con la realización de un determinado viaje o de una actividad formativa que creemos que es beneficiosa para su futuro.
¿Y si concedemos el premio a pesar de unas malas notas?
Si tenemos varios hijos, es probable que perdamos la credibilidad con todos. Si, por ejemplo, cedimos en su momento con uno de ellos, los otros hermanos pensarán razonablemente que también lo haremos con los demás.