Los consejos de la abuela aplican en negociaciones bancarias
Aprendiendo a negociar
Como decía mi abuela, siempre hay que intentarlo; el “no” ya lo tienes. Así que intentémoslo, vayamos al banco y negociemos una nueva hipoteca, la rebaja de la que ya tenemos, un crédito, una rebaja en nuestras comisiones… hablemos con nuestra entidad bancaria para llegar a un acuerdo que interese a ambos.
Mi abuela me enseñó a mejorar mis condiciones
Lo primero que debemos tener presente a la hora de negociar con un banco es que es mejor acudir a la sucursal en persona. Hay que dar la cara y si hacemos una llamada que sea para concertar la cita con nuestro gestor, pero no son convenientes los emails exigiendo o exigiendo cosas al director de oficina. Cualquier persona con experiencia te dirá que el trato personal y una buena sonrisa pueden hacer conseguir muchas cosas.
Ahora bien, tienes que ir preparado. Si lo que nos interesa es que nos reduzcan las comisiones, será un buen ejercicio que las lleves anotadas para que a la hora de exponer tus reclamaciones lo hagas con datos y con seguridad. Hazle saber a tu gestor todos los productos que has contratado con ellos; si tienes la nómina en el banco, la hipoteca o algún otro producto. De este modo, será más sencillo acordar mejores condiciones. Tampoco estará de más, por ejemplo, que dejes caer el nombre de algunos bancos que cuyas comisiones estén por debajo y que estarían encantados de tenerte como cliente. Los celos nunca fallan.
¿Qué haría mi abuela si fuese a pedir una hipoteca?
Para el saber no hay lugar, y a la hora de negociar una hipoteca será de mucha utilidad que conozcamos los términos hipotecarios. Lo recomendable es hacer un ejercicio previo de las diferentes hipotecas que hay en el mercado, elegir la que más nos convenga y dirigirse al banco que la comercializa a negociar su solicitud.
Una vez sentados frente al gestor o el director de la entidad debemos ser serios y transmitir confianza, algo que podremos lograr si presentamos nuestra solicitud de manera adecuada con toda la documentación necesaria. Es importante reforzar nuestros puntos fuertes y dar explicaciones de los débiles. Puntos a favor, además, serán si nos presentamos con avalistas, si estamos dispuestos a contratar otros productos del banco o si la casa que vamos a adquirir es de la propia entidad.
Si lo que queremos negociar es una rebaja de nuestra hipoteca, conviene adelantarse a la situación, no conviene esperar a haber dejado de pagarla o a que el banco nos esté reclamando la deuda. En cuanto sepamos que no vamos a poder hacer frente a un pago o que nos va a costar más de la cuenta, y que necesitamos una rebaja de la cuota, es conveniente hacérselo saber al banco.
No hay que olvidar que ellos tienen muchos datos sobre nuestra situación, saben si nos quedamos en paro porque cobramos la prestación por desempleo o si no podemos hacer frente a pagos porque conocen si estamos o no en una lista de morosos. Es conveniente que conozcamos cuáles son las alternativas que nos pueden ofrecer e incluso hacer un ejercicio antes, de cuál es la que más nos conviene a nosotros.
En los préstamos, también influye la opinión de nuestros mayores
Si lo que se busca es un préstamo o un crédito, deberemos tener primero claro cuál es el interés máximo que estamos dispuestos a pagar. Conviene ser transparente y basarse en datos para pedir un crédito realista, que podamos afrontar y que nos puedan conceder. Tampoco te desmoralices si en el primero te dan un “no” por respuesta, ve a otro e inténtelo de nuevo.
El banco es nuestro socio, es beneficioso negociar con ellos sin miedo, con las ideas claras y siendo realistas sobre nuestra situación financiera. Desde luego, si fuese mi abuela la que tuviese que renegociar las condiciones, seguro que nos ayudaba saber cómo actuaría ella en una situación así.