Inversión en vino: una alternativa no solo para millonarios
Hay vida más allá de la bolsa a la hora de invertir. Sí, aunque muchos lo desconozcan, las posibilidades de inversión no se quedan en los parqués bursátiles, sino que se diversifican entre activos de lo más variopintos. Entre ellos, hay uno que cada vez gana más adeptos; se trata del vino, un caldo que no solo enamora los paladares, sino también los bolsillos.
La inversión en vino se suele comparar con la inversión en arte, en el sentido de que se considera que solo es apta para las grandes fortunas. Es cierto que muchas personas adineradas han entrado en el mercado del vino no solo a través de la inversión, sino con la creación de sus propias bodegas, ya que la enología mueve grandes cantidades de dinero al año, sobre todo en el sector premium.
Pero la democratización del mundo de la inversión ha posibilitado que cualquier persona interesada en invertir sus ahorros en vino pueda hacerlo, sobre todo en un contexto en el que lograr rentabilidad es casi misión imposible. ¿Quieres saber cómo?
Dos vías para invertir en vino
Hay dos formas principales para invertir en vino. La primera, la más básica: haciéndose con una buena colección de botellas. Esta opción es la más tradicional y la más cara, pues implica hacerse con varios buenos ejemplares que después se pueden revender, sacando así una cierta rentabilidad por esta adquisición. Muchas grandes fortunas ya hacen esto, ya que este tipo de inversión la pueden realizar con mayor holgura.
Así nos encontramos ante grandes coleccionistas, que tienen unas bodegas dignas de la realeza, con los mejores caldos que un paladar pueda disfrutar. No obstante, se trata de una inversión muy poco líquida en la que, si se quiere deshacer posiciones -es decir, vender-, puede ser más complicado, ya que encontrar un comprador a la altura no es tarea sencilla.
La otra opción es mucho más accesible: invertir en fondos de inversión especializados en vino. Sí, como hemos comentado muchas veces, hay multitud de fondos que se adaptan a los diferentes perfiles de inversores, y en el segmento del vino también han visto filón. Y no solo invierten en el caldo, sino también en empresas relacionadas con el sector vitivinícola.
De hecho, existe hasta un índice dedicado al vino, el Liv-Ex Fine Wine Index 100, que el pasado año registró un aumento de dos dígitos, bastante más que algunos de los principales índices bursátiles del mundo. Este índice representa la fluctuación de los 100 vinos considerados de mayor calidad, y su crecimiento demuestra cómo los inversores se están dirigiendo a activos tangibles ante el entorno de incertidumbre que se ha impuesto en los mercados tras un 2016 convulso e inesperado (Brexit, victoria de Donald Trump, aumento del terrorismo islámico, etc.).
¿Un activo refugio?
Muchos expertos señalan que el auge que está volviendo a tener el vino como opción de inversión se debe a que, tras cuatro años de caídas seguidos, 2016 fue el primero al alza, por lo que podríamos decir que entrar en el sector “es barato”, aunque ya se sabe que esta afirmación es siempre muy relativa. No obstante, sí es más asequible que hace unos años.
Además, como ya hemos comentado, en un contexto de tipos de interés ultrabajos, los inversores ven en el vino un activo refugio o de defensa ante los movimientos de la renta variable y la fija. Se trata de un activo menos volátil y que no para de ganar adeptos en la categoría premium, sobre todo en los mercados emergentes. Por ello, puede ser una buena opción para reinventar la cartera de inversión y diversificar las opciones entrando en un mundo que ya no es solo para millonarios.