¿Cómo funcionan y tributan los PPSE en las empresas?
Dentro del gran abanico de productos de previsión para nuestra jubilación, uno de los más desconocidos son los Planes de Previsión Social Empresarial (también conocidos por sus siglas PPSE). Como su propio nombre indica, se trata de un producto de previsión que parte de la empresa, que es quien realiza las aportaciones al plan, de forma análoga a los Planes de Pensiones de Empleo pero, a diferencia de estos, se instrumentalizan a través de un seguro colectivo de la empresa en favor de sus empleados.
Los PPSE deben respetar una serie de principios. Estos son, fundamentalmente:
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La no discriminación: es decir, se aplican a la totalidad de los empleados.
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La capitalización, las aportaciones se van acumulando y sumando sus ganancias.
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La irrevocabilidad de las aportaciones y atribución de derechos; es decir no se pueden descontar o devolver las primas una vez pagadas siendo el titular siempre el trabajador, no la empresa.
En todos estos puntos, los PPSE coinciden con el Plan de Pensiones de Empleo, pero existe una gran diferencia en cuánto al rendimiento. Mientras que, en los primeros, la rentabilidad es variable, en los PPSE no hay riesgo de perder capital y la rentabilidad está garantizada con un interés mínimo asegurado, siendo este uno de sus requisitos fundamentales reflejado por la Dirección General de Seguros y Planes de Pensiones .
Fiscalidad favorable para el trabajador y la empresa
En la póliza del PPSE se determinarán las aportaciones a realizar (primas) por parte de la empresa, las cuales se imputarán fiscalmente a los trabajadores como rendimientos del trabajo. Esta naturaleza de las aportaciones es la que determinará la fiscalidad tanto para el trabajador como para la empresa, siempre teniendo en cuenta que las aportaciones están sujetas a los límites máximos de aportación a planes de pensiones, que se aplican conjuntamente a las pagadas por la empresa y trabajador y, que desde el 2015, tiene como máximo 8.000 euros o el 30% de sus ganancias por trabajo.
Para el trabajador, estas aportaciones reducen la base imponible del IRPF en la cuantía de las aportaciones y, posteriormente, en el momento en el que se retiren, las prestaciones percibidas tributan como rendimientos del trabajo, de la misma forma que los planes de pensiones, aunque tributará diferente en función de si decide rescatarlo en forma de capital o en forma de renta.
Para la empresa, los PPSE tienen también una serie de ventajas. Por un lado, porque encuentra en este producto una excelente manera de fidelizar a su empleado y, por otro, porque también obtiene bonificaciones fiscales. A diferencia del salario en efectivo, no tiene que aplicar ninguna retención a cuenta y abonar la misma a Hacienda. Sí supone, por supuesto, un gasto de personal como el resto del sueldo y como tal se descuenta en el pago al Impuesto de Sociedades.
En definitiva, se trata de un producto poco extendido en España pero con importantes ventajas. Y no solo para el trabajador, que le sirve para realizar una previsión de cara a su futura jubilación, sino también para la empresa, ya que supone un importante ahorro en costes fiscales y una forma de beneficio social para sus empleados.