Consejos para controlar tus nervios en entrevistas de trabajo
Una cita en la agenda para una entrevista de trabajo es una suerte cuando se busca mejorar en el terreno profesional. Para poder tener éxito en ella, es importante prepararse previamente y llegar con los deberes hechos, o de lo contrario puede que los nervios nos jueguen una mala pasada.
¿Tienes una entrevista y quieres tener tus nervios bajo control? Entonces sigue estos consejos y aumentarás tus probabilidades de éxito.
Once consejos para controlar los nervios en tu próxima entrevista de trabajo
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La mejor arma para controlar los nervios en una entrevista de trabajo es la anticipación. Prepararse bien es fundamental, siendo lo más importante repasar el currículum hasta que nos lo sepamos casi de memoria, evitando dudas y contradicciones que puedan provocar desconfianza al entrevistador.
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Estudiar a la persona que nos va a entrevistar. Es importante para saber el perfil de preguntas que puede realizar y prepararlas con antelación, además de buscar algún nexo común que podamos comentar en la entrevista, con el objetivo de generar confianza con esta persona (un amigo, una experiencia en una empresa, etc.).
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Linkedin, Twitter, Facebook y Google son nuestros mejores aliados a la hora de buscar información sobre el entrevistador, pero también datos sobre la empresa y el sector en el que se mueve. Siempre hay que dedicar un tiempo a estudiar la información disponible en la red o preguntar a conocidos, para conocer la dimensión del negocio, actividad y planes en marcha y futuros. Esto causará buena sensación al entrevistador, ya que le permitirá ir al grano y mostrará una imagen nuestra de proactividad.
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Mostrar proactividad preguntando. Aunque lo mejor es dejar que el entrevistador dirija la entrevista y respondamos a las cuestiones que nos plantee de forma directa y sin rodeos, conviene también llevar preparadas algunas cuestiones para cuando termine y nos diga aquello de “y tú, ¿tienes alguna pregunta?”. En muchos casos, estas cuestiones finales son las que marcan la diferencia entre los candidatos, así que resultará de gran ayuda llevarlas preparadas de antemano y usarlas si no se nos ocurren otras mejores sobre la marcha.
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Practicar la entrevista ayuda bastante, sobre todo si es en otro idioma y estamos preocupados por la impresión que puedan tener de nosotros cuando nos expresamos en una lengua extranjera. Si no estamos seguros de cómo nos va a salir en inglés, lo mejor es empezar por traducir el CV y, a continuación, pedirle a un amigo angloparlante que nos ayude, o contratar a algún profesional que nos pueda hacer de guía.
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El día de antes de la entrevista hay que procurar descansar bien, durmiendo las horas suficientes para llegar frescos y con buena cara. La imagen cuenta mucho, así que hay que evitar las ojeras innecesarias o estar bostezando continuamente delante del entrevistador.
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Una vez llegado el día de la entrevista, hay que cuidar un poco la comida y la bebida. Es mejor que dejemos a un lado el café y las bebidas con cafeína o , en caso de consumirlas, sea con moderación, para evitar que nos puedan jugar una mala pasada con los nervios. Las comidas, mejor si son ligeras, para poder estar más frescos y que una digestión pesada nos distraiga de nuestro objetivo.
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Es conveniente preparar también la ruta que realizaremos hasta la entrevista. La dirección, el medio de transporte más adecuado y, si vamos en coche, dónde podemos aparcar.... Llegar tarde es prácticamente decir adiós al puesto de trabajo, así que hay que salir con margen de tiempo suficiente, sobre todo si se espera mucho tráfico.
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También hay que saber por quién hay que preguntar al llegar y llevar el DNI, ya que en muchas empresas se pide el documento de identidad para gestionar el acceso. Tener que dar explicaciones por no llevarlo encima, o no saber con quién tenemos la entrevista, puede hacernos quedar como irresponsables a las primeras de cambio, además de provocar una sensación de nervios innecesaria que puede bloquearnos durante la entrevista.
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Por último, en caso de que las cosas no salgan como esperábamos, bien porque el puesto no es lo que parecía, porque la empresa ofrece unas condiciones que no nos encajan, o si por el motivo que sea tenemos claro que ese puesto no lo queremos, hay que mantener la calma igualmente y comentárselo al entrevistador. Tal vez en otra ocasión sí nos pueda interesar, así que lo mejor es ser sincero y directo y explicar educadamente la situación, agradeciendo la oportunidad y evitando hacerle perder su tiempo.
En definitiva, se trata de puntos de sentido común que se deberían aplicar no solo a la hora de hacer una entrevista, sino también en otros ámbitos y circunstancias de la vida en la que los nervios puedan jugarnos una mala pasada.