¿Qué pasaría si los tres cerditos tuvieran seguro de hogar?
El cuento de “Los Tres Cerditos” es uno de los más populares para el público infantil. A muchas generaciones se lo han contado en la escuela y en casa, al ser una gran historia que permite aprender unas cuantas lecciones. También sirve para aprender sobre el seguro del hogar, producto que con toda probabilidad habría cambiado el discurrir de esta historia. A continuación, te contamos cómo.
El seguro del hogar, la mejor herramienta para combatir el riesgo de que venga “el lobo”
En el cuento de “Los Tres Cerditos”, los protagonistas son tres hermanos porcinos que son asediados por un lobo que quiere comérselos. Cada hermano es diferente: el pequeño era muy despreocupado y vago; el mediano, un poco más espabilado y el mayor era el más responsable y precavido.
El lobo ataca a los cerditos en su hogar, usando todo tipo de trucos (“soplar y soplar”, entre otros) para poder conseguir su maléfico fin. El hogar del cerdito pequeño es destruido a la mínima intentona, dado que es un desastre y no presenta resistencia. Por suerte, el cerdito puede huir a casa de su hermano mediano, que parecía más espabilado pero que en el fondo era igual que el primero y no se había preocupado por proteger su hogar lo suficiente.
Así que ambos cerditos acaban huyendo al hogar del cerdito mayor, que es el que mejor lleva lo de proteger su hogar y tiene asegurada su casa contra vientos (el fuerte soplido del lobo) y otras artimañas que usa el lobo para intentar entrar. El lobo no puede lograr su objetivo y se acaba marchando con el rabo entre las piernas.
¿Hubiese cambiado el cuento si los tres cerditos hubiesen contratado un seguro de hogar?
¿Cómo habría cambiado el cuento si los tres cerditos hubieran contratado un seguro del hogar? Seguramente habría provocado que la historia transcurriese de otra manera, al permitirles reducir los riesgos que les rodeaban.
Por ejemplo, un seguro del hogar de continente y contenido habría permitido recuperar a los cerditos pequeño y mediano el valor de sus casas y todos los enseres asegurados. Pudieron huir y salvar su vida, pero no recuperar su hogar y sus cosas, destruidas por las acciones malévolas del lobo, asi que se libraron de ser comidos pero, a cambio, tuvieron que empezar de cero su hogar.
Si los hogares de los dos cerditos más pequeños estuvieran asegurados, además, no tendrían que haberse quedado a defenderlos del lobo, dado que el riesgo estaría cubierto y no sería necesario que pusieran en peligro sus vidas. Si el lobo hubiera querido robar, podrían haber actuado de la misma manera y no tendrían que arriesgar para evitar pérdidas en su patrimonio.
El cerdito mayor fue precavido al construir su hogar, para lo que invirtió más tiempo y dinero. Eso sí, todo este esfuerzo pudo ser en vano si se hubiera equivocado al dimensionar el riesgo de que viniera el lobo y éste hubiera tenido más fuerza con su soplido o hubiera podido entrar por la chimenea sin oposición.
Hay que hilar fino para saber a qué riesgos está expuesto nuestro hogar y no siempre es fácil acertar con la severidad de los mismos. Confiar, exclusivamente, en los dispositivos de seguridad instalados o en una construcción de calidad es muy aconsejable pero no exclusivo. A la hora de la verdad, puede ser un error que puede costar muy caro. Siempre hay un cierto riesgo y el seguro del hogar ayuda a mitigarlo.
Además, otra lección aprendida del cuento es que el riesgo puede propagarse y la imprudencia de los cerditos pequeño y mediano, pudo costarle caro también al mayor, ya que fueron estos los que llevaron al lobo a su casa. El error del pequeño, comprometió al mediano y el de los dos, casi lo hace con el mayor. En la vida real, esto puede suponer un problema en una comunidad de vecinos, dado que un riesgo que se convierta en un siniestro en un hogar, puede propagarse y provocar que se haga más grande. Ejemplos de este tipo de situaciones son las inundaciones y los incendios, de los que hay que responder en caso de que el origen sea de nuestra responsabilidad.