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El Blog de Nationale-Nederlanden

​El año 2015 ha experimentado numerosas novedades fiscales. Muchas de ellas, como la reducción en las retenciones o las nuevas deducciones ya son parte de nuestro día a día, pero otras las constataremos cuando presentemos la declaración de la renta de este año allá por la primavera de 2016. Mientras estas reformas se consolidan, en este 2016 también nos enfrentaremos con muchos cambios en materia fiscal. En la mayoría de los casos son de menor importancia, pero siempre van a tener  efectos sobre nuestro bolsillo y una amplitud muy importante, ya que afecta a la práctica totalidad de todos los impuestos.

​La forma de tributación de las ganancias que conseguimos con nuestro trabajo, con nuestros rendimientos profesionales y las plusvalías generadas en productos de ahorro e inversión, en general, está basado en un sistema que obliga a llevar un control más o menos pormenorizado de lo que pagamos. Esto es así porque nuestro sistema, como el de otros países, está basado en un pago anticipado de los impuestos por la mayoría nuestros ingresos, que se realiza cuando estos se producen. Estas retenciones a cuenta que tenemos en la nómina, en las facturas que giran los autónomos​ o en los intereses de cuentas y otros​ depósitos, por ejemplo, son anticipos de lo que vamos a pagar y no exactamente las cantidades definitivas, por lo que puede darse el caso de que sean insuficiente y tengamos que abonar una cantidad adicional cuando hagamos la declaración o, por lo contrario, que paguemos de más y tengamos el derecho a devolución de parte de estas cantidades adelantadas.

A diferencia de otras inversiones como las acciones o los depósitos a plazo fijo, en los que su rentabilidad es sencilla de calcular, en los fondos de inversión, al invertir los capitales de muchos partícipes en una multitud de activos diferentes, este cálculo no es tan fácil. Es necesario conocer, primero, cuáles son los activos en los que se invierte y su proporción para, después, calcular cuál es la evolución de cada activo en función de su distribución dentro de la cartera del fondo.

¿Quieres ahorrar pero no acabas de arrancar? ¿Te lo has planteado y no sabes cómo puedes lograr ahorrar con éxito? ¿Las finanzas no son tu fuerte y te gustaría saber cómo puedes exprimir al máximo tu dinero? No te preocupes porque, a continuación, hemos recopilado una relación de medidas simples con las que empezarás a ahorrar hoy mismo sin necesidad de ser un experto en finanzas.

​Demos la vuelta a lo tradicional, nada de convencionalismos, ni siquiera en la forma de ahorrar. A la mayoría de nosotros, nos han enseñado desde niños que la mejor manera de ir juntando un buen colchón de dinero para el futuro no es otra que la de ajustarse el cinturón para que al final de mes nos quede algo que poder guardar en la hucha. ¿El problema? Que se hace duro llegar a fin de mes con algo de dinero en el bolsillo y no caer en la tentación de darse un capricho o, simplemente, gastarlo en imprevistos. Así que, ¿por qué no te planteas hacerlo al revés? ¿Por qué no nos anticipamos y tomamos medidas antes de tener el dinero para ahorrar?

​Los bajos tipos de interés que rigen el mercado en la actualidad, materializados en un nivel del euríbor en mínimos históricos, muestran dos caras contrapuestas: por un lado, alegría para los hipotecados que seguirán revisando a la baja sus préstamos y, por otro, peores perspectivas para los ahorradores, que ven como el rendimiento de los productos de ahorro tradicionales como cuentas de ahorro y depósitos a plazo fijo no levanta cabeza.

Los impuestos sirven para que los ciudadanos paguen los servicios públicos que consumen en diferentes ámbitos. Las carreteras, los centros de enseñanza, los hospitales y otros muchos servicios públicos no se financian de la nada, sino que los impuestos pagados por diferentes conceptos permiten sufragar sus gastos de funcionamiento.

Cuando éramos pequeños, nuestros profesores nos enseñaron que los adjetivos calificativos servían para añadir una cualidad al sustantivo al que acompañan. Algunos de ellos, como alto, rubio o gordo, son consideradas cualidades objetivas de una persona, mientras que otras como guapo, simpático o enérgico, son cualidades subjetivas. Estos adjetivos calificativos también se utilizan en el ámbito financiero, y su importancia es enorme, ya que marcan la diferencia entre lo que implica invertir en un activo con riesgo a otro con un riesgo más moderado.

​Si preguntáramos cuáles son los tipos de productos financieros más conocidos, posiblemente las respuestas serían casi siempre las mismas: depósitos y acciones, aunque algún avispado podría, incluso, mencionar algún producto más complejo como los productos derivados, pero no mucho más allá.