A los economistas siempre se les echa en cara que no saben predecir las crisis pero sí saben explicarlas. La economía no es una ciencia exacta pero sí que cuenta con indicadores que sirven para medir su temperatura. Más allá de los tipos de interés o de los datos del Producto Interior Bruto (PIB), los economistas han tratado de poner en juego otros indicadores que sirvan para predecir si nos acecha una crisis o si la que vivimos ya está a punto de abandonarlos. Los hay de muchas clases y para todos los gustos, pero de los que aquí vamos a hablar son, posiblemente, los más curiosos.
Cuando se tienen varios frentes abiertos y hay que pagar varios préstamos a la vez, es muy interesante plantear un plan de pago de todas las deudas. El objetivo es tener claras las cantidades adeudadas y los pasos que más conviene dar para optimizar el gasto financiero incurrido por los préstamos y créditos contratados, sabiendo a qué atenerse en cada momento.
La vida es un camino repleto de decisiones. En el mismo momento en el que nos levantamos, ya estamos decidiendo qué ropa nos vamos a poner para ir a trabajar; cuando buscamos una gasolinera para repostar, solemos escoger la más barata o aquella que nos da más confianza; cuando elegimos un plato de la carta de un restaurante, lo hacemos porque nos gusta o porque tiene un precio asequible, etc. Casi en cada segundo de nuestra vida, tomamos decisiones que pueden ser acertadas o no y que nos condicionan el resto de nuestra vida, aunque la importancia y relevancia de cada una de ellas sea muy diferente.
Rectificar es cosa de sabios, pero también de contribuyentes. Si has cometido un error en tu declaración de la Renta, antes de llevarte las manos a la cabeza o de imaginarte perseguido por inspectores de Hacienda, lo que puedes hacer es corregirlo. Hay dos posibilidades en tu fallo: que te hayas equivocado a tu favor o que el error beneficie a Hacienda. En función de uno u otro caso, deberás corregir la falta de una u otra forma.
Si hay algo que todos tenemos en común y que sabemos identificar son los billetes. Pagamos nuestra primera entrada al cine con un billete de 500 pesetas con el retrato de Rosalía de Castro y ahora lo hacemos con uno de 10 euros con un dibujo de un monumento imaginario. De uno a otro ha pasado algo más que el tiempo, nada menos que un cambio de moneda.
La educación financiera para los más pequeños de la casa es una de las asignaturas pendientes en muchos de los hogares españoles. Sin embargo, es habitual que los niños reciban ciertas cantidades de dinero a lo largo de su infancia como regalo o premio, por ejemplo, en su cumpleaños o por sacar buenas notas, aunque no siempre saben muy bien qué deben hacer con él. Si esta situación te resulta familiar, quizá también te ayude saber qué es lo mejor que se puede hacer con el dinero de los pequeños de la casa.
Para muchas personas, la inversión en Bolsa es un mundo todavía por explorar. La falta de tiempo en muchos casos, y la falta de conocimiento en otros, es un hándicap muy difícil de salvar que hace que sean pocos los que se atrevan a invertir por su cuenta en productos de renta variable como las acciones de las empresas.
Crear un presupuesto supone elaborar un plan de acción para nuestra economía, tener un dibujo bien claro de cuál es su situación y, de esta forma, saber cómo puede evolucionar para anticiparnos a gastos imprevistos. Para una empresa, la meta está clara: no incurrir en pérdidas y calcular el beneficio que se puede alcanzar. El objetivo con nuestras finanzas personales no es muy diferente: elaboramos un presupuesto para no entrar en pérdidas y para, incluso, conseguir ahorrar mes a mes y podernos dar algún que otro capricho.
A la hora de contratar tarjetas bancarias, muchas personas se preguntan cuántas deben llevar en la cartera para poder atender todas sus necesidades de pago en el día a día. La respuesta es que depende de cada persona, ya que en función de sus usos y costumbres, habrá de contratar unos tipos de tarjetas u otras. Eso sí, es factible pensar en un conjunto de tarjetas básico para poder pagar en cualquier establecimiento, sin asumir un alto coste.