La vida es un camino repleto de decisiones. En el mismo momento en el que nos levantamos, ya estamos decidiendo qué ropa nos vamos a poner para ir a trabajar; cuando buscamos una gasolinera para repostar, solemos escoger la más barata o aquella que nos da más confianza; cuando elegimos un plato de la carta de un restaurante, lo hacemos porque nos gusta o porque tiene un precio asequible, etc. Casi en cada segundo de nuestra vida, tomamos decisiones que pueden ser acertadas o no y que nos condicionan el resto de nuestra vida, aunque la importancia y relevancia de cada una de ellas sea muy diferente.
Si hay algo que todos tenemos en común y que sabemos identificar son los billetes. Pagamos nuestra primera entrada al cine con un billete de 500 pesetas con el retrato de Rosalía de Castro y ahora lo hacemos con uno de 10 euros con un dibujo de un monumento imaginario. De uno a otro ha pasado algo más que el tiempo, nada menos que un cambio de moneda.
La educación financiera para los más pequeños de la casa es una de las asignaturas pendientes en muchos de los hogares españoles. Sin embargo, es habitual que los niños reciban ciertas cantidades de dinero a lo largo de su infancia como regalo o premio, por ejemplo, en su cumpleaños o por sacar buenas notas, aunque no siempre saben muy bien qué deben hacer con él. Si esta situación te resulta familiar, quizá también te ayude saber qué es lo mejor que se puede hacer con el dinero de los pequeños de la casa.
A la hora de contratar tarjetas bancarias, muchas personas se preguntan cuántas deben llevar en la cartera para poder atender todas sus necesidades de pago en el día a día. La respuesta es que depende de cada persona, ya que en función de sus usos y costumbres, habrá de contratar unos tipos de tarjetas u otras. Eso sí, es factible pensar en un conjunto de tarjetas básico para poder pagar en cualquier establecimiento, sin asumir un alto coste.
Existen muchas formas de enseñar economía y, en realidad, cualquiera es válida. No obstante, no todas son igual de divertidas y muchas pueden llegar a ser, incluso, bastante tediosas. En un tema tan complejo como es el económico, resulta complicado no caer en tecnicismos y conceptos difíciles de entender por el común de los mortales.
Puedes invertir tus pequeños ahorros como lo haría cualquier gran fortuna. De hecho, puedes invertir con las grandes fortunas y sacar provecho de sus estrategias de inversión y de sus potentes equipos de gestión. Los grandes patrimonios utilizan para realizar sus inversiones las llamadas Sicavs y es posible entrar la mayoría de ellas.
Cuando pedimos dinero a nuestros padres, estamos actuando como lo haría cualquier empresa. Obtenemos recursos económicos ajenos que utilizamos para adquirir un determinado producto para, después, devolvérselo a la persona que nos lo ha prestado. La única diferencia es que, la empresa apunta estas transacciones en sus libros contables y nosotros en un papel para que no se nos olvide.
La deflación está en boca de todos. El descenso generalizado de los precios de los bienes de consumo parece, a priori, una buena noticia. ¿A quién no le gusta ir al mercado y ver que el precio de las patatas, de la leche o de la lechuga ha bajado? Suponemos que a nadie. Sin embargo, los economistas nos dicen que la deflación no es buena para la economía.
En cualquier ámbito de la vida en el que tengamos que tomar una decisión, el riesgo es un elemento que está siempre presente, incluso en aquellas actividades en las que, por nuestra experiencia, aparentemente no existe incertidumbre. Por ejemplo, ir a jugar al fútbol supone un riesgo de lesión (a pesar de que nunca te ha pasado); lo mismo sucede cuando conduces un coche, etc.