La mayoría de ahorradores españoles utilizan un número reducido de productos de inversión para colocar sus ahorros. Entre ellos, los más populares son los fondos de inversión, los planes de pensiones, los depósitos a plazo fijo y las inversiones directas en empresas adquiriendo para ello sus acciones. Esta última opción es la preferida por muchos, y no sólo porque nos podamos aprovechar de la revalorización de las acciones de las empresas, sino por la posibilidad de obtener el correspondiente dividendo.
Cuando éramos pequeños, nuestros profesores nos enseñaron que los adjetivos calificativos servían para añadir una cualidad al sustantivo al que acompañan. Algunos de ellos, como alto, rubio o gordo, son consideradas cualidades objetivas de una persona, mientras que otras como guapo, simpático o enérgico, son cualidades subjetivas. Estos adjetivos calificativos también se utilizan en el ámbito financiero, y su importancia es enorme, ya que marcan la diferencia entre lo que implica invertir en un activo con riesgo a otro con un riesgo más moderado.
Vivimos en una época en la que ya no es posible obtener una cierta rentabilidad por nuestros ahorros sin asumir por ello ningún riesgo. Los bajos tipos de interés que rigen el mercado en la actualidad como consecuencia de las políticas monetarias expansivas de los principales bancos centrales a nivel mundial, están provocando una pérdida de parte del atractivo que tenían los productos a plazo fijo, como pueden ser los depósitos bancarios o la deuda pública.
¿Comprar o no comprar? He ahí la cuestión. Esta pregunta, que nos podría asaltar ante el mostrador de cualquier supermercado, no difiere de la que nos planteamos cuando pensamos si aceptamos o no la oferta que nos hace una empresa para que compremos sus acciones. Dicho de un modo más técnico: cuando sopesamos si acudimos o no a una Oferta Pública de Venta (OPV).
No son sastres ni son modistas, pero pueden crearnos un traje a medida. Los fondos perfilados nos toman nuestras medidas, desde el largo que tiene nuestra espalda para soportar riesgos con el dinero hasta la anchura de nuestra cintura para alcanzar nuestros objetivos. Una vez sacado el patrón, el fondo perfilado se encargará de invertir nuestro dinero según nuestras características como inversores y lo hará en otros fondos de inversión.
Tener un dinero ahorrado en nuestra cuenta corriente y no saber qué hacer con él. Esta es la situación en la que mucha gente se encuentra, dejando pasar alguna que otra oportunidad de inversión para rentabilizar sus ahorros, bien por falta de conocimientos o bien por falta de tiempo.
Lo que habitualmente se conoce por "renta fija" son productos de deuda emitidos por entidades públicas de todos los niveles (Gobierno Nacional, Autonomías, Ayuntamientos, etc.) y empresas, los cuales son vendidos a ciudadanos particulares y otras compañías a cambio del derecho de cobro de intereses a lo largo del tiempo y de recuperar el capital en un plazo dado.
A la hora de invertir en productos de ahorro, no hay una única regla infalible que permita a todo el mundo acertar con la distribución óptima de la inversión. Sin embargo, basándose en la experiencia, se pueden aplicar algunas recetas que sirven para dirigir el ahorro hacia unos productos concretos y dimensionar el riesgo que merece la pena asumir en cada momento a lo largo del tiempo.
La vida es un camino repleto de decisiones. En el mismo momento en el que nos levantamos, ya estamos decidiendo qué ropa nos vamos a poner para ir a trabajar; cuando buscamos una gasolinera para repostar, solemos escoger la más barata o aquella que nos da más confianza; cuando elegimos un plato de la carta de un restaurante, lo hacemos porque nos gusta o porque tiene un precio asequible, etc. Casi en cada segundo de nuestra vida, tomamos decisiones que pueden ser acertadas o no y que nos condicionan el resto de nuestra vida, aunque la importancia y relevancia de cada una de ellas sea muy diferente.