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El Blog de Nationale-Nederlanden

La prima de un seguro es la cantidad que debe pagar el tomador a la compañía aseguradora como contraprestación por los servicios prestados. Es decir, a cambio del compromiso de que la compañía aseguradora le pague una contraprestación a los beneficiarios, el tomador queda obligado por contrato al pago de la prima bajo los términos pactados entre ambas partes.

​El seguro de hogar es, sin duda, uno de los productos que más ayuda a nuestra tranquilidad, tanto en relación con nuestros propios bienes, es decir, nuestra casa y lo que tenemos dentro de ella, como la de nuestra relación con los vecinos. Aunque este seguro, siempre que ajustemos bien sus coberturas, nos protege contra siniestros muy graves, como puede ser un incendio dentro de nuestro hogar, lo más habitual es la cobertura de pequeños accidentes.  ​

Cuando se contrata un seguro del hogar, siempre se hace con la mejor intención, que es la de cubrir los riesgos que pueden poner en peligro la vivienda y los enseres personales, unos bienes muy importantes y preciados para cualquier familia. Al principio, dadas las exigencias requeridas en el proceso de contratación, se dedica un tiempo a pensar las coberturas que mejor se adaptan al caso particular y a elaborar un inventario que permita dimensionar el valor de los bienes asegurados.​

Los seguros están llenos de conceptos y aspectos que nacieron en la antigüedad y que, todavía hoy en día, se aplican de forma más o menos habitual en nuestra vida diaria. Allá por el año 3.000 a.C., los chinos empezaban a asegurar sus mercancías ante el temor de pérdida en los ríos inventando el concepto de seguro; más adelante, los babilonios formaron las primeras mutuas para proteger a sus mercaderes en sus travesías por el desierto. Y en esto de la historia, por supuesto, los griegos no se iban a quedar atrás y, por eso, inventaron el concepto de promedio general de los seguros.

Tener todos los seguros al día es importante para evitar que en caso de siniestro​ surjan sorpresas desagradables o malentendidos. Desde que se contrata una póliza, las circunstancias del contrato pueden haber cambiado y, por tanto, es posible que algunas cláusulas pactadas puedan hacer que el resultado en caso de siniestro sea diferente a lo esperado.

En determinadas ocasiones, nuestro historial personal nos dificulta el encontrar una compañía aseguradora dispuesta a asegurarnos en el mercado, lo cual nos dejaría en una situación difícil, especialmente si se trata de un seguro obligatorio: exponernos a una multa por parte de la Administración y no poder hacer nada porque no hay nadie dispuesto a asegurarnos. Entonces, ¿qué puede hacer una persona en estas circunstancias?

Atento a la letra pequeña, porque en ella estará la clave. No lo olvides, el seguro es un contrato entre dos partes, un acuerdo que debe dejar por escrito todas las condiciones pactadas, entre las cuales se encuentran los casos en los que nuestra aseguradora puede subirnos la cuota. Una afirmación que sirve para cualquier tipo de seguro.

​Son dos partes las que firman la póliza del seguro: quien lo contrata, que será el tomador y la empresa aseguradora, que ofrecerá el servicio. Ambos tendrán sus obligaciones y sus derechos al firmar el contrato. De lo que aquí vamos a hablarte es de cuáles son tus derechos como asegurado y qué es lo que puedes y debes exigir a la compañía con la que vas a firmar tu seguro.

Cuando fallece una persona y existe la duda de si tenía contratado algún seguro con cobertura de fallecimiento, se puede iniciar un procedimiento con el Ministerio de Justicia para resolver la situación.