Cuando se asegura un bien, siempre se considera su valor real para poder determinar la viabilidad del contrato de seguro y el importe de la prima a pagar. Este dato hay que calcularlo con rigor y con una precisión razonable, incluso en los casos en los que el bien objeto del seguro sea difícil de valorar, para garantizar que en caso de siniestro los beneficiarios perciben una compensación justa y coherente.
La vinculación de seguros de vida asociados a la hipoteca es una práctica muy habitual por parte de los bancos. Actualmente, se suelen presentar dos posibilidades: una primera, que obliga a contratarlo como requisito indispensable para la concesión de la hipoteca, y una segunda, menos estricta, que ofrece bonificaciones en el tipo de interés de la hipoteca si se contrata ese seguro.
Es frecuente que las empresas ofrezcan a sus empleados el pago de diversos seguros (de vida, de salud, del hogar, entre algunos otros) como parte de su salario o dentro de los programas de compensación flexible. De esta manera, salen ganando tanto la empresa como el trabajador, dado que se consiguen beneficios derivados de la negociación de contratos de seguros globales y por la fidelización que se consigue para el trabajador, siendo una barrera más para evitar que decida cambiar e irse a trabajar a otra parte.
Hoy en día, la figura del ama de casa (o el amo de casa), dedica su día a día a cuidar de los suyos más por una decisión familiar o personal que por unas reglas sociales establecidas e inmovibles. Una decisión que muchas veces depende de las cuentas que hagamos; se trata de un trabajo que no está remunerado pero que tampoco tiene precio... o quizá sí.
En el mundo del cine, algunas grandes películas tienen a los seguros como parte de la historia que cuentan. Ejemplos de guiones interesantes pueden encontrarse a poco que se busque: un villano que intenta hacer creer que un valioso cuadro ha sido robado para que la compañía de seguros pague una suma millonaria; una persona que sufre un accidente y se salva de pagar una cantidad de dinero enorme gracias a su seguro de salud; e, incluso, hay quien se ha atrevido a hacer un estudio económico del desastre que supondría para el Imperio la destrucción de la Estrella de la Muerte en Guerra de las Galaxias.
Vivimos una época en la que la tecnología es la protagonista y la previsión es que lo siga siendo cada vez más. Internet y los dispositivos electrónicos lo han cambiado todo, como en su día ocurriera con la imprenta o la máquina de vapor que generó la gran Revolución Industrial.
Todos sabemos, más o menos, lo básico; pero conviene no quedarse en la superficie. Los seguros de vida cubren el riesgo de fallecimiento del asegurado o, al menos, esa es la creencia generalizada. Sin embargo, hay mucho más.
La prima de un seguro es la cantidad que debe pagar el tomador a la compañía aseguradora como contraprestación por los servicios prestados. Es decir, a cambio del compromiso de que la compañía aseguradora le pague una contraprestación a los beneficiarios, el tomador queda obligado por contrato al pago de la prima bajo los términos pactados entre ambas partes.
El seguro de hogar es, sin duda, uno de los productos que más ayuda a nuestra tranquilidad, tanto en relación con nuestros propios bienes, es decir, nuestra casa y lo que tenemos dentro de ella, como la de nuestra relación con los vecinos. Aunque este seguro, siempre que ajustemos bien sus coberturas, nos protege contra siniestros muy graves, como puede ser un incendio dentro de nuestro hogar, lo más habitual es la cobertura de pequeños accidentes.