¿Es lo mismo tener dinero que ser rico?
Normalmente, nuestra idea mental de un millonario es la de alguien con fajos y fajos de billetes a su disposición en alguna cámara acorazada en su hogar o en un banco, una especie de Tío Gilito cuya imagen se ha potenciado hasta la extenuación por el cine y las series. Sin embargo, una persona rica no tiene por qué tener dinero. Sí, como lo leéis, las personas más “adineradas” son las que precisamente menos liquidez tienen y, de hecho, muchas veces lo reconocen públicamente y son duramente criticados.
Por lo tanto, es posible que nosotros tengamos en nuestras propias casas más dinero guardado que una persona millonaria. La diferencia es que estas personas tienen su dinero en otro lugar. O, más bien, convertido en otra cosa. Los ricos no tienen el dinero en una cuenta corriente en el banco. No. Las grandes fortunas tienen su dinero “guardado” en diversas inversiones que, a la larga, les generan una mayor riqueza. Por ello, el hecho de tener dinero en sí mismo no nos convierte en personas ricas. Vamos a desarrollar ambos conceptos.
Inversiones diversificadas
Bien es cierto que para ganarse el estatus de ‘rico’ hay que tener bastantes ceros en la cuenta corriente, pero cuando se hacen rankings de grandes millonarios se habla de fortunas valoradas en una moneda. Es decir, que el valor de su patrimonio está estimado en una cantidad concreta que le otorga una posición determinada entre el resto de ricos.
Por lo tanto, más que dinero los ricos tienen patrimonio. ¿Y qué se entiende por patrimonio? Se trata de una serie de propiedades e inversiones que, si se vendieran, darían una cantidad resultante apabullante (de miles de millones de euros en muchas ocasiones). En el patrimonio de todas las fortunas hay dos tipos de bienes: tangibles e intangibles.
Por un lado, la mayoría de los ricos invierten en el ladrillo: casas, edificios emblemáticos en las principales ciudades del mundo, oficinas, locales comerciales en las mejores calles, hoteles, casinos… Las propiedades inmobiliarias son un clásico ya que, por regla general, su valor va subiendo con el paso de los años, por lo que cuando tengan que desprenderse de ellas recuperarán la inversión y tendrán plusvalía.
Por otra parte, las grandes fortunas tienen otra serie de inversiones que pueden darles rentabilidad una vez que se deshagan de ellas. Acciones, participaciones en diferentes empresas, SICAVS, fondos de inversión e incluso inversión en arte o en vino y bodegas. Buena parte de su fortuna está “trabajando”, es decir, está invertida en los mercados para ir engordando progresivamente con el tiempo.
Por lo tanto, aunque evidentemente estas personas tienen suficiente efectivo para su día a día, no tienen su fortuna a mano y, si tienen un contratiempo urgente, pueden tardar en ver esas inversiones convertidas en dinero contante y sonante.
El dinero no todo lo compra
De este modo vemos como para entrar en la categoría de rico no vale con tener varios ceros en la cuenta. Hay que tener propiedades, inversiones, acciones, obras de arte… Una fortuna está compuesta de todos esos activos, no solo de dinero en efectivo porque, ¿qué valor tiene el dinero? El dinero tiene un valor subjetivo que viene determinado por el uso que las personas le damos, de modo que, a la hora de agrandar la fortuna, el hecho de tener muchos billetes no asegura nada.
Todo ello, además, en un momento en el que la economía está reinventándose y el dinero en efectivo cada vez tiene menos valor, hasta el punto de ir camino de desaparecer en muchos lugares. Por lo tanto, tener dinero no nos hace ricos. Es un título que el dinero no puede comprar… por sí solo.