¿Sería útil dar 1.300 € a cada europeo?
La inflación, la subida generalizada en el precio de los productos, puede tener efectos muy perjudiciales para la economía. Sin embargo, el caso contrario, la deflación, o dicho de otro modo, el decrecimiento de los precios, puede ser igual de perjudicial. En ambos casos, los riesgos aumentan cuando el efecto es continuo en el tiempo. El caso menos evidente es el de la deflación, ya que es vista por los consumidores con buenos ojos, debido a que se abaratan los productos y servicios. Sin embargo, detrás de este supuesto beneficio, también existen problemas.
Si los precios bajan de forma sostenida en el tiempo, también lo hacen los beneficios de las empresas, que a su vez compran menos a los proveedores, lo que puede afectar al empleo y al crecimiento económico.
En un momento como el actual, con tipos de interés al 0% y con un programa de compras por parte del BCE que ya lleva más de un año en marcha, la economía debería instalarse en una coyuntura inflacionaria, algo que de momento no está sucediendo. Esta situación conduce a que la máxima autoridad monetaria europea se plantee tomar medidas alternativas, y mucho más directas.
En qué consiste el 'Helicóptero del dinero'
Una de las ideas más llamativas es el llamado Helicóptero Monetario, que no es otra cosa que inyectar liquidez directamente al consumidor. El nombre viene de una hipótesis planteada por el economista Milton Friedman, que teorizó sobre este supuesto. Si un día apareciese un helicóptero sobre una comunidad cerrada y empezase a arrojar billetes con un reparto equitativo, es decir, que recibieran todos lo mismo, ¿qué consecuencias tendría semejante lluvia? ¿Aumentaría el nivel de vida en esa Comunidad? ¿Serían sus ciudadanos más ricos?
De acuerdo con la hipótesis de Friedman, los ciudadanos, que dispondrían de mayores saldos monetarios, empezarían a gastar felizmente el dinero caído del cielo. A medida que ese dinero comenzara a circular dentro del circuito económico, estarían dispuestos a pagar más para comprar los mismos bienes y servicios y así, se aumentarían los precios.
Con esta idea, y dado que las medidas no convencionales del BCE no están llegando al consumidor, se le entrega dinero directamente al ciudadano. La entrega de estos 1.300 euros debería provocar un aumento de la demanda con el consecuente aumento en el precio de los productos. Lo que ocurra después es toda una incertidumbre, ya que muchos utilizarán parte o la totalidad de ese dinero para ahorrar, en lugar de consumir.
Una medida que ya fue implementada en España
En España, hace poco, tuvimos una medida similar, de inyección monetaria, aunque con un objetivo distinto: la reactivación al consumo. En 2008, el Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero decidió devolver 400 euros a 13 millones de contribuyentes españoles para reactivar el consumo.
La experiencia no fue buena y sus efectos apenas palpables, ya que la economía había entrado ya en una caída tan importante que hacía poco relevante medidas de este tipo. La coyuntura actual es bien diferente; la economía crece a pesar de la caída de precios y por ello su aplicación sería más sencilla, pero las dudas siguen siendo importantes.
De momento, al BCE le queda todavía muchas armas por usar (y las usará si fuera necesario) y el precio del petróleo ha empezado a subir, por lo que es probable que los precios también aumenten. Con todo ello, es bastante improbable que veamos esta inyección de dinero. Nunca se sabe.