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El Blog de Nationale-Nederlanden

​La inversión en vivienda ha sido tradicionalmente la forma de ahorro más arraigada entre la población española. El 80% de los ciudadanos de nuestro país es propietario de vivienda, por encima del 70% que se registra, de media, en la Unión Europea. Y aunque el estallido de la burbuja inmobiliaria y la posterior crisis económica modificase este paradigma, lo cierto es que, todavía a día de hoy, el ladrillo es el principal activo en el que invierten las familias españolas.

​Desde que arranca el año y hasta el último día del mismo, el contribuyente puede y debe trabajar para prever su factura fiscal, es decir, lo que acabará pagando por sus ingresos y ganancias del ejercicio a Hacienda, y por supuesto, para poder mejorarla, especialmente cuando toque presentar la famosa declaración de la renta, que se realiza entre principios del mes de abril y se extiende al último día junio​.

​Las personas que trabajan en el extranjero no pueden escoger su residencia fiscal: eres residente en uno y otro país en función de distintos criterios y, en función de esto, se establece dónde se tienen que declarar todos los ingresos. Siendo esto es así,  ¿cómo debo tributar los ingresos obtenidos fuera en España en la declaración de la renta

Con el calor aún en el recuerdo y sin recuperarnos de los gastos de la vuelta al cole, parece una locura empezar a pensar ya en los regalos de Navidad, pero no lo es. De hecho, una compra tan onerosa debe ser planificada​ durante todo e

​En España, la inversión en vivienda es la forma de ahorro más extendida que existe. Nuestra cultura prefiere comprar una casa antes de alquilarla porque muchos consideran esta última opción como una forma de “tirar el dinero”. Bien es cierto que comprar una casa asegura un patrimonio que el día de mañana puede revalorizarse (aunque no fue así durante la crisis, cuando muchos españoles vieron cómo el precio de sus inmuebles llegó a bajar a la mitad) y que, además, puede alquilarse a terceros y conseguir una renta extra mensualmente.

​Si hace 10 años hubiéramos hecho una encuesta y preguntado qué es la prima de riesgo, seguramente muy pocos hubieran sabido la existencia de este concepto financiero. Una década más tarde y después de llenar decenas de titulares en prensa o televisión, lo más probable es que sean muy pocos los que no sepan identificar y relacionar este concepto con la economía y las finanzas. 

Todos hemos tenido 20 años alguna vez. Nuestra única preocupación era disfrutar de la vida y planificar un futuro mejor para nosotros y nuestra familia, preocupándonos muy por nuestra jubilación o de nuestras finanzas personales, ya que a esas alturas lo veíamos como una necesidad muy alejada y más propia de edades más adultas. Sin embargo, en un contexto como el actual, marcado por la incertidumbre en el sistema de pensiones​, no planificar nuestra jubilación desde edades tempranas se ha convertido en uno de los errores financieros más comunes dentro del colectivo de los conocidos como millenials. Pero no es el único; en este post vamos a enumerar varios errores financieros que todos hemos cometido (y se siguen cometiendo) cuando tenemos entre 20 y 30 años.

​Desde el pasado 1 de febrero de 2014, las siglas SEPA (Single European Payments Area) son un símbolo común en todas las operaciones entre bancos y particulares. Gracias a esta nueva norma, todos los ciudadanos europeos pueden realizar y recibir pagos en las mismas condiciones, los mismos derechos y con las mismas obligaciones, con independencia del país en el que residan o desde el cual realicen la operación y de que las operaciones que realicen sean nacionales o transfronterizas. 

​Hay vida más allá de la bolsa a la hora de invertir. Sí, aunque muchos lo desconozcan, las posibilidades de inversión no se quedan en los parqués bursátiles, sino que se diversifican entre activos de lo más variopintos. Entre ellos, hay uno que cada vez gana más adeptos; se trata del vino, un caldo que no solo enamora los paladares, sino también los bolsillos.