La Encuesta de Presupuestos Familiares es una de las encuestas más antiguas de las que realiza el Instituto Nacional de Estadística (INE) y, a pesar de ser desconocida por muchos, tiene una gran utilidad. Como su propio nombre indica, proporciona información sobre el tipo destino de los gastos de consumo, pero también sobre diversas características relativas a las condiciones de vida de los hogares. Aunque ha variado mucho en el tiempo desde su creación en 1958, especialmente en cuanto a la metodología o periodicidad en la presentación de los resultados, su utilidad no ha dejado de aumentar.
Los billetes de avión, el pasaporte, la maleta, la guía de viaje… y la divisa. Ahora que se acercan las vacaciones muchos preparan ya su escapada al extranjero, unos preparativos en los que a veces dejamos de lado algo tan importante como la gestión de nuestro dinero en el viaje. Al salir al extranjero, sobre todo si es a un país fuera de la Eurozona, conviene pararse a pensar qué nos conviene más: si llevar una tarjeta para pagarlo todo o cambiar una cantidad de dinero que nos sea suficiente para hacer frente a todos los gastos.
Una mudanza para irse a vivir a otro lugar suele ser un proyecto ciertamente complicado. Se requiere una buena dosis de planificación y coordinación de personas y equipos, para que todo salga en tiempo del hogar de origen y llegue al de destino en perfectas condiciones.
¿Lo has soñado alguna vez? ¿Te has dejado llevar por la imaginación y has llegado a pensar en cómo sería si el banco tuviera que devolverte dinero por tu hipoteca o que la deuda que firmaste disminuya? Si ese día llega algún día, que lo dudamos, hoy quizá esté más cerca que nunca. Y es que la tasa a la que se referencian la mayoría de las hipotecas en España, el euríbor, lleva varios meses consecutivos marcando tasas negativas aunque antes de lanzar las campanas al vuelo y hacer castillos en el aire, pongamos los pies sobre la tierra.
Del dicho al hecho. Del Euríbor al Euríbor Plus. De un índice elaborado sobre expectativas a uno realizado con datos reales. Prepáreate, ya que el índice al que se referencian la práctica totalidad de las hipotecas en España proyecta su cambio, aunque aún sin fecha para su gran estreno.
El enorme salto que ha dado la inflación en España hasta el 3% en comparación con el mes de mayo del año pasado tiene dos claros componentes, más allá de la típica subida de precios energéticos del pasado mes de enero: la electricidad. La subida en el precio del petróleo, en contraste con las bajadas de hace un año, lo hacía inevitable. A lo largo del 2017, la inflación se ha moderado ligeramente hasta el último dato del 1,5% de junio.
No vamos a descubrir nada cuando decimos que la población española tiene pobres conocimientos sobre economía y finanzas. No hace falta un estudio exhaustivo al respecto; basta hablar con nuestros amigos, con nuestro vecino o con nuestra familia para comprobarlo. Pocas personas sabrían decirnos las diferencias entre PIB e IPC, y muchas menos sabrían hacer el cálculo de cómo se amortiza una hipoteca.
Que el conocimiento de la economía y las finanzas no es uno de los puntos fuertes de los españoles no es nada nuevo. Pero cuando se expone esta certeza con datos sobre la mesa, da un poco de vértigo. Por lo pronto, podemos empezar diciendo que cerca de la mitad de los españoles reconoce tener problemas para gestionar su economía doméstica por falta de conocimientos financieros.
Para gustos, colores. El cambio de horario de verano a invierno, o viceversa, tiene tantos detractores como partidarios. En un lado del ring, aquellos que consideran que es una medida con la que se ahorra y, en el otro lado, los que consideran que no sirve para mucho o, directamente, que no creen en los estudios que avalan ese ahorro.
En el equipo de los detractores, contamos con toda una autoridad: Benjamin Franklin. Él fue el primero a quien se le ocurrió adelantar los relojes para que la gente gastara menos velas en pleno siglo XXVIII, aunque sin mucho éxito. No fue hasta principios del siglo siguiente, cuando los alemanes decidieron implantar el cambio de hora, es decir, adelantar una hora en el inicio del verano y retrasarla cuando el invierno se acercaba. En nuestro país, esta medida se tomó de forma intermitente hasta la crisis de petróleo en 1974 y, desde entonces, tenemos cada año dos citas ineludibles con nuestros relojes.
La esencia de la medida es la misma que la planteada por Franklin aunque, ahora en lugar de en velas, el interés es ahorrar en energía lumínica y, por tanto, en consumo eléctrico. O lo que es lo mismo: conseguir encender menos la luz de nuestras casas, de nuestras industrias o de nuestras tiendas. La esencia de la medida es que ahora que se acerca el invierno y amanece más tarde, al retrasar una hora nuestros relojes conseguimos aprovechar más la luz solar, ya que amanecerá antes y anochecerá más tarde. En verano, en cambio, al adelantar la hora cuando el horario en el que se hace de día es más temprano y en el que se hace de noche más tarde sacamos también más provecho de la luz natural.
No encender las luces artificiales y aprovechar más la iluminación del sol, supone un ahorro para cada familia española de seis euros al año, según cálculos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (Idae). Además, siguiendo las estimaciones realizadas por esta institución podemos saber que se consigue ahorrar un 5% del consumo eléctrico del país, lo que supone unos 300 millones de euros de los que 90 millones corresponderían a las familias y el resto se repartiría entre los edificios del sector servicios y la industria.
Claro que, desde la propia Idae se señala que esas cifras son potenciales y que todo ese ahorro se podrá alcanzar siempre y cuando se realice un comportamiento racional en el hogar en el uso de la iluminación artificial. Y aquí es donde saltan todas las dudas. Para muchos, esos ahorros de los que habla Idae no son reales e incluso hay quien dice que, aún siéndolo, no suponen ningún tipo de ahorro en una factura energética que, en nuestro país, alcanza los 200.000 millones de euros al año.