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El Blog de Nationale-Nederlanden

​En plena ola feminista en todo el mundo, las mujeres van tomando cada vez más protagonismo en diferentes esferas: cine, música, política, diseño, enseñanza... y, por supuesto, también en los negocios. Aunque en este ámbito es donde más les cuesta romper el famoso techo de cristal, poco a poco van haciéndolo añicos demostrando una inteligencia y una pericia que muchos hombres querrían.

El sistema de previsión público, la Seguridad Social, está construido con un doble objetivo: por un lado, cubrir las prestaciones que pueden acontecer en cualquier momento en el que el trabajador esté activo, por ejemplo, en caso de enfermedad; y, por otro, sirve como método de previsión para la jubilación de todos los trabajadores. Si lo que constituye el primer pilar de la protección del trabajador (la previsión pública) funciona de esta manera, también se debería complementar con los otros dos pilares, la previsión empresarial y la que tiene como base nuestras propias aportaciones. 

​La remuneración en especie, a pesar de que en muchos productos aumente la cuota tributaria a pagar para quien la recibe, sigue siendo muy atractiva tanto para el trabajador como para la empre​sa. De entre todas las posibilidades de este tipo de retribución, destaca por importancia los que tienen como destino complementar el salario del empleado con aportaciones en algún producto financiero. Estas pueden ser con un fin concreto (por ejemplo, cubrir la jubilación del empleado) o sencillamente para ir constituyendo un cierto capital para el directivo

​Cada día es más habitual que las empresas ofrezcan beneficios sociales a sus empleados más allá del salario monetario. La retribución flexible está adquiriendo un papel cada vez más importante para motivar a los empleados, ofrecerles un salario neto mayor y, de paso, beneficiarse de alguna que otra bonificación fiscal.

​Contratar seguros para nuestros empleados puede ser conveniente, incluso obligatorio, en determinadas circunstancias. Por ejemplo, pueden ser una forma de retribución o de cobertura frente a los riesgos propios de su trabajo. Pero, ¿qué impacto fiscal tienen estos seguros? ¿Qué impuestos debemos pagar por ellos?

​Desde hace un tiempo a esta parte, la mayor parte de empleos se obtienen por vías que hace unos pocos años nos habrían parecido imposibles o, cuanto menos, muy difíciles.​​​​ Internet y las redes sociales han sustituido al CV en papel, que ha quedado relegado a un segundo plano, y las empresas de cazatalentos han cambiado el paradigma de los recursos humanos en las empresas. En la actualidad, ya no es necesario disponer de personal especializado para evaluar al mejor candidato; son otros quienes, de forma habitual en otros países como Estados Unidos o Reino Unido y ahora también en España, se encargan de realizar esta labor por nosotros.

La mayoría de nosotros, cuando tenemos que elegir uno u otro producto para rentabilizar nuestros ahorros, solemos tomar la decisión teniendo en cuenta en una serie de elementos comunes a todos ellos: su rentabilidad esperada, el riesgo y su liquidez. Sin embargo, pocas veces solemos prestar atención a un aspecto tan fundamental como es el de su fiscalidad.

​Han pasado ya casi diez años desde que allá por el mes de agosto de 2007 comenzase la crisis económica y financiera en la que todavía estamos inmersos. Un período de tiempo que ha resultado muy traumático para muchas personas que han perdido sus trabajos y que, todavía a día de hoy, siguen buscando ​un empleo que les sirva para satisfacer sus necesidades. 

En nuestra tierna infancia, una golosina era uno de los más preciados manjares que nos podíamos llevar a la boca. Resistir la tentación de no comernos aquella bolsa que nos compraban nuestros abuelos era misión casi imposible. ​​​Y no digamos ya si esto se producía tras varios días de abstinencia; la probabilidad de que la golosina siguiese ahí durante más de 2 minutos era prácticamente nula.