¿Por qué ignoramos la inflación en nuestras decisiones diarias?
Si un buen día tu jefe te da la opción de subirte el sueldo los próximos dos años o dejártelo congelado, con total seguridad tu respuesta sería optar por la primera opción. Quién en su sano juicio rechazaría una subida de sueldo, máxime cuando la otra opción es que no te lo suban. Pues bien, esta decisión, que a priori no debería requerir de mayor deliberación, puede ser más difícil de tomar si tenemos en cuenta todos los factores económicos.
Y es que no es lo mismo una subida de sueldo de 500 euros con una inflación del 5% anual los próximos diez años, que una subida de 300 euros en un entorno de deflación del 1% como el actual en el mismo período de tiempo. Para ser exactos, la segunda opción sería más atractiva que la primera. Eso sí, siempre y cuando tuviésemos en cuenta la inflación en nuestras decisiones financieras, y no padeciésemos la famosa ilusión monetaria.
¿En qué consiste la ilusión monetaria?
La ilusión monetaria tiene lugar cuando los agentes económicos actúan ante cambios en variables nominales o monetarias como si fueran variaciones en la renta real. Dicho de otro modo más sencillo, la ilusión monetaria se da cuando solo tenemos en cuenta el dinero que tenemos, y no la cantidad de bienes y servicios que podemos comprar con él.
Este fenómeno provoca que nuestras decisiones de consumo y ahorro se basen únicamente en nuestra renta monetaria. Ante cambios al alza en la misma, una persona con ilusión monetaria considerará, de manera equivocada, que tiene más cantidad de dinero con los que poder consumir, cuando en realidad tal cosa no ha sucedido si la inflación es igual o superior a la variación en términos porcentuales de esa renta.
Por ejemplo, si nuestra empresa nos aumenta el sueldo un 5% y la inflación es del 2%, nuestro poder adquisitivo habrá aumentado un 3% (5% - 2%). Si, al contrario, la subida de sueldo fuese menor que la evolución de la inflación, nuestro poder adquisitivo sería menor, aunque nosotros estemos convencidos de que la empresa nos ha hecho un gran favor. Por esta razón, en caso de deflación, a veces es mejor una congelación del sueldo que un aumento del mismo.
Del mismo modo, un ahorrador es también víctima de la ilusión monetaria cuando, en presencia de fuertes niveles de inflación, piensa que sus inversiones están generando altas rentabilidades cuando, en realidad, están siendo reducidas por el efecto del aumento generalizado de los precios.
¿Por qué padecemos ilusión monetaria?
Existen diversas pruebas anecdóticas de que muchas personas no tienen en cuenta la inflación en sus decisiones de consumo. Un reciente estudio llevado a cabo por dos psicólogos de la Universidad de Stanford y un economista de la Universidad de Harvard, sugirió que la ilusión monetaria es muy frecuente entre la población y que la gente tiene dificultades para tener en cuenta la inflación.
Aunque no existe consenso a la hora de dar una explicación al fenómeno de la ilusión monetaria, este está relacionado con el efecto riqueza. Dado que nuestra percepción de la riqueza está relacionada exclusivamente con la renta, tenderemos a consumir más cuanto más ricos nos creamos, se haya incrementado objetivamente nuestra riqueza o no.
Además, se trata de un ciclo que se retroalimenta: cuanto más consumamos, más aumentará la inflación, lo que hará a su vez necesario que para mantener el poder adquisitivo, nuestros ingresos aumenten en mayor proporción (aunque nosotros creamos que nuestro salario real está aumentando porque el importe en euros es mayor), hecho que provocará en última instancia un nuevo aumento del consumo y un nuevo repunte de la inflación.
En definitiva, la ilusión monetaria es un fenómeno económico y monetario muy presente en la economía. No en vano, las decisiones de los bancos centrales y de los gobiernos se toman teniendo en cuenta este factor.