¿Es adecuada una semana laboral de 35 horas? Descúbrelo
La jornada de 35 horas semanales es una propuesta que ha generado mucho debate en los últimos años. En esta entrada explicaremos, cómo se podría establecer, las posturas de defensores y detractores, así como algunas experiencias en cuanto a su implantación.
¿Cómo se puede implantar la jornada de 35 horas semanales?
Para introducir una jornada de 35 horas semanales existen diversos mecanismos posibles:
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Su introducción obligatoria para todos los sectores, con las excepciones que prevea la ley.
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La implantación en determinados sectores de la economía (por ejemplo, las grandes empresas o la Administración).
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Su fijación por convenio colectivo en los sectores donde voluntariamente lo acuerden patronal y sindicatos
Al mismo tiempo que se fija la jornada de 35 horas semanales, hay que fijar las condiciones. La cuestión fundamental es su financiación, que puede ser diferente en sectores económicos con circunstancias distintas.
Una posibilidad es que los trabajadores vean reducido su salario. Esa disminución puede ser proporcional, por ejemplo, a la caída prevista de la producción por trabajador o a la rebaja en las horas semanales de su jornada.
Una segunda opción es que la empresa asuma el coste que pueda tener la medida. También es posible que se le ofrezcan contrapartidas, como un acuerdo para poner en marcha otras formas de organizar a sus trabajadores con el fin de ser más productivos y recuperar la pérdida. Si se mantienen los sueldos, es posible que los costes suban. Una posibilidad sería subir los precios, cuyo efecto puede diferir mucho en distintas empresas.
Hay empresas a las cuales un pequeño incremento de los precios podría ocasionarlas una gran disminución de su demanda, mientras que en otras apenas bajaría. Entre las primeras se encontrarían, por ejemplo, las que prestan servicios que se pueden sustituir por otras alternativas en un entorno muy competitivo. Entre las que sufrirían menos el alza de precios estarían aquéllas que se dedican a producir bienes o servicios muy diferenciados o de consumo básico, sin competencia ni posibilidad de sustitución.
También existe la posibilidad de que el Estado financie las posibles pérdidas de las empresas, con el fin de que no se vean perjudicados consumidores o trabajadores.
Y, por supuesto, otra opción es financiar la medida a través de sacrificios conjuntos de empresa, trabajadores, consumidores y Estado.
¿Qué beneficios podría tener la medida según sus defensores?
Existen varios beneficios derivados de la implantación de la jornada de 35 horas para los defensores de esta medida:
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Por un lado, entienden que sería una buena medida de conciliación y para disfrutar del tiempo libre.
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En segundo lugar, creen que podría reducir el desempleo gracias a que las empresas necesitarían más trabajadores para cubrir las mismas horas.
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En tercer lugar, destacan que, en muchas empresas, una jornada de 35 horas podría terminar con el presentismo. Se trataría de un acicate para poder realizar las mismas labores con menores pérdidas de tiempo. Con ello se conseguiría elevar la productividad.
¿Por qué tiene detractores la jornada de 35 horas semanales?
Sin embargo, la jornada de 35 horas también tiene detractores con argumentos de peso:
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En primer lugar, si la medida encarece los costes de contratar trabajadores, puede disminuir el interés de las empresas en contratarlos y eso podría elevar el desempleo.
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También se teme un aumento del fraude. Sería una medida contraproducente para la conciliación si hay muchas empresas que no respetan la jornada legal.
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Además, se cuestiona que vaya a mejorar la productividad, que en muchos sectores tiene a las inversiones como factor clave. Si se reducen las jornadas, aumentan los costes y disminuye la producción, por lo que es posible que muchas empresas tengan menores incentivos a invertir.
La experiencia francesa
En 1998, en Francia, se inició una experiencia de reducción de la jornada laboral a 35 horas semanales. En principio, la medida se centró en las grandes empresas para, más tarde, implementarse también en las pequeñas. Para ayudar a financiarla se estableció un sistema de ayudas públicas e incentivos en las cotizaciones.
Con el tiempo se han ido estableciendo cada vez más excepciones a la norma, que tienden a limitar la difusión de la jornada de 35 horas. Por ejemplo, se redujeron los recargos por horas extraordinarias.
En definitiva, la jornada de 35 horas es una medida que genera tanto costes como beneficios, que pueden ser muy diferentes de unos sectores a otros. Y sus efectos dependen también de la forma en la que se implante.